Emaús de repente se queda en silencio. No hay gritos de alegría, no hay música infantil de fondo, no hay ni palmas ni canciones. No hay corros de la patata ni olor a comida recién hecha. No hay invasión del patio ni fichas de vocabulario ni abrazos a las profes.
Emaús de repente se va de vacaciones y ya espera el inicio del próximo curso. Las sillas y las mesas quedan perfectamente alineadas, todos los juguetes recogidos, las mascotas en buenas manos.
Emaús de repente echa la vista atrás y recuerda lo difícil que ha sido este año. Empezó con incertidumbre, con nuevas normas, sin saber cuándo habría que parar. Pero pocas cosas tan poderosas como el afán de aprender -y el afán de enseñar-. Los pequeños se acostumbraron a las tomas de temperatura, al gel hidroalcohólico, a tener que robar caricias casi en secreto.
Ya es momento de que Emaús mire hacia delante, hacia unas muy merecidas vacaciones y hacia el mes de septiembre, cuando volverá a cobrar vida. El patio, mientras tanto, se queda solo con el piar de los pájaros y el eco de los besos y las bonitas palabras de despedida a los mayores, que dijeron hasta luego a una familia de la que nunca dejarán de formar parte ¡Os queremos y os echaremos mucho de menos! ❤️